La historia de nuestro colegio tiene sus orígenes a mitad del siglo pasado. Una vez cubiertas las necesidades más básicas de la población, después de la guerra civil, comienza a surgir la preocupación por la educación de los niños y niñas del municipio, pues las instalaciones dónde se impartían las enseñanzas no eran ni suficientes ni las más apropiadas.
La primera referencia escrita de la que se tiene constancia acerca del interés por la construcción de un grupo escolar en la localidad, es la que aparece en el acta del pleno municipal de 5 de Junio de 1949 dónde se dan a conocer las subvenciones del estado para la construcción de grupos escolares. Además en ese mismo pleno como el arquitecto D. Fernando Hurtado Collar a quien se había encargado el proyecto del grupo escolar había renunciado a hacerse cargo del mismo, se nombra por unanimidad como tal arquitecto a D, Ángel Periañez Rodríguez (que, por cierto, tampoco será el arquitecto definitivo).
Hemos referido anteriormente que los locales dónde se impartían las enseñanzas no eran suficientes ni apropiados, pues estaban repartidos por todo el pueblo habiendo escuelas en el parador, en el Pósito y en la Pica. Y de lo insuficiente de las mismas queda constancia en otro acta de pleno municipal de fecha 6 de Mayo de 1951 dónde se dan a conocer, por parte de los directores de las distintas escuelas el número de alumnos matriculados
Queda, pues, suficientemente claro que con 302 niños y niñas en edad escolar existe una necesidad real de un grupo escolar en la localidad y existe también una voluntad clara, por parte de los responsables municipales, de llevar a cabo la construcción de dicha infraestructura, como se puede deducir de la transcripción del acuerdo de pleno municipal de 7 de Abril de 1957. «Teniendo en cuenta las recientes disposiciones en materia de construcciones escolares, y siendo este problema, de capital importancia para esta población y su enseñanza primaria, se requiere a los propietarios: D.Crescencio Tomé Rivero, Dña. Emeteria Mateos Ramajo y D. Desiderio Baz Barroso, para que, cedan bajo oportuno justiprecio los terrenos de su propiedad, para la construcción de las dependencias escolares.
En el pleno municipal de 18 de Diciembre de 1957 se acuerda pagar al arquitecto D. José Casas Hernández la suma de 26.296,09 ptas. importe de dos facturas que dicho Sr. tiene presentadas por sus honorarios. Siendo el plano de dicho proyecto el que a continuación se puede ver.
En el pleno municipal de 2 de Marzo de 1958. «Se acuerda por unanimidad, habida cuenta del oficio de fecha 17 de Febrero pasado, de la Junta Provincial de Construcciones Escolares, comprometerse de manera definitiva y solemne a construir DIEZ ESCUELAS, que serán subvencionadas por la Junta Provincial de Construcciones Escolares, con la suma de 750.000 ptas.(setecientas cincuenta mil pesetas), siendo de cuenta del municipio el resto del importe total de la construcción a que asciende el presupuesto de su razón. Y que para recabar las diferencias en más de lo que pueda ascender próximamente a otras 750.000 ptas (setecientas cincuenta mil pesetas) facultando al señor Alcalde Presidente para que efectúe cuantas gestiones sean precisas y encaminadas a tal fin, incluida la aportación personal de los vecinos si necesario fuese».
Y en este mismo año comienzan las obras, siendo el encargado de las mismas el vecino de la localidad D. Juan Pérez Alonso, la mano de obra especializada vino del país vecino PORTUGAL, puesto que la mayor parte del edificio está construido en silleria de granito y es esta una especialidad difícil y con pocos especialistas en la zona. La piedra se extrajo de la dehesa municipal y de la finca próxima a dicha dehesa «El Campillo» y fue transporta, como no podía ser de otra manera, en carros, que eran los medios de transporte de la época.
Del total del presupuesto 1.500.000 ptas. corresponde aportar al municipio 750.000 de ellas una parte se consiguió por aportación de los ciudadanos. A cada obrero le correspondía pagar 7 duros, es decir, poco más de 20 centimos de Euro,.o en su caso, si no querían aportar dinero tenían que dar los jormales correspondientes a una semana de trabajo. Y los autónomos aportaban 2 ó 3 carros de piedra.
Durante la construcción hubo algunos incidente como que las bóvedas se cayeron en varias ocasiones, pues el techo de las aulas eran de una bóveda y ello es de suponer que era como consecuencia de que la mano de obra era poco cualificada. Por otra parte el zócalo se tiró en varias ocasiones. al final este tipo de dificultades se solucionó contratando albañiles especialistas.